Es innegable que, en estos últimos años, se puede constatar la presencia tanto de un cuestionamiento fuerte, por un lado, como de un refuerzo, por el otro, de las masculinidades tradicionales en el ámbito mediático y en las producciones culturales. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en 2025 ha disparado una vuelta a valores tradicionales que ponen de manifiesto la necesidad de fomentar una virilidad heroica y violenta que, según sus seguidores, se encontraba ya en franca decadencia. Debates sobre qué es ser hombre y cuáles son sus prerrogativas son animados no solamente como resultado de una importante ola feminista post #MeToo, sino también como una forma de backlash violento que considera indispensable poner orden en una sociedad decadente. Los estudios sobre masculinidades son ya numerosos desde disciplinas y metodologías diferentes, de manera que el presente número «Masculinidades y violencias en representaciones culturales de Latinoamérica» se suma a estudios realizados para la región desde la perspectiva de sus producciones culturales contemporáneas.
La idea del dossier «Masculinidades y violencias en representaciones culturales de Latinoamérica» surge a partir de una serie de congresos y, en específico, el realizado en la Universidad de Alcalá de Henares, España, del 3 al 4 de noviembre de 2022. Debido a la pandemia de COVID-19, el primer congreso «Masculinidades diversas en Centroamérica. Abordajes y desafíos metodológicos» (del 21 al 22 de junio de 2021)1 se celebró de forma virtual en el espacio facilitado por la Red de investigación de las literaturas de mujeres de América Central (Rilmac), red colaboradora del proyecto, con el apoyo de la Bergische Universität Wuppertal, la Universidad de Costa Rica y el Centre de Recherche sur Identités Nationales et Interculturalité (CRINI) de Nantes Université. Estas jornadas tenían como objetivo visibilizar y conceptualizar los principales desafíos metodológicos que presentan los estudios críticos de las masculinidades en la región centroamericana, ya que, como sucede con muchas investigaciones sobre Latinoamérica, muy pocas veces se incluyen las aportaciones elaboradas sobre/desde Centroamérica. Esta limitación nos parecía grave. Es por ello que, desde el inicio del proyecto, nos propusimos girar la mirada a Centroamérica, y esta tónica se ha mantenido en las distintas ediciones.
Luego, en el 2022, se realizó la jornada «Masculinidades y violencias en representaciones culturales en Centroamérica, México y el Gran Caribe»2 con la colaboración de la Nantes Université, Bergische Universität Wuppertal y Rilmac, además de la universidad anfitriona (Universidad de Alcalá de Henares). En dicha edición, se abordó cómo se construyen culturalmente las masculinidades, ampliando el análisis a México y el Gran Caribe. A la luz de una perspectiva comparativa, se puso atención a la violencia patriarcal en su nexo con el crimen organizado, no solo como dinámicas universales de sometimiento, sino como constructos históricos y situados en los que intersecan diferentes opresiones, configurando formas de masculinidad que precisan de un conocimiento situado.
En la tercera edición, realizada en la Bergische Universität Wuppertal, con la participación de la Universidad de Alcalá, Nantes Université, la Università degli Studi di Milano y Rilmac, se extendió la mirada al conjunto de América Latina, incluyendo, por tanto, estudios realizados sobre y desde el Cono Sur. En dicho momento, se pretendió resaltar los elementos y nexos comunes presentes en las configuraciones de las masculinidades latinoamericanas y sus representaciones. En todas las ediciones, se ha mantenido e incentivado el abordaje inter/transdisciplinar, poniendo acento en las conexiones entre las distintas violencias y cómo moldean/afectan las masculinidades en determinados contextos. Con el objetivo de presentar el dossier, se hará primero un recorrido sobre los diferentes aportes teórico-metodológicos realizados en los últimos años.
1. Estudios sobre masculinidades en América Latina
En Latinoamérica, sobre todo a partir la década de 1990, los estudios críticos de las masculinidades (critical studies on men and masculinities [Kimmel, Hearn & Connell 2005; Edwards 2006; Gottzén, Mellström y Shefer 2020]) han sido un campo de conocimiento cada vez más en expansión, con núcleos importantes en México, Chile, Perú, Colombia y Brasil. Estos estudios han tenido repercusiones importantes en las ciencias sociales, en especial en la antropología, la sociología, la historia, el análisis del discurso; por consiguiente, ha sido notable el énfasis en las investigaciones particularmente de corte empírico cualitativo. Algunos títulos que se pueden mencionar son Masculinidades y equidad de género en América Latina (Valdés y Olavarría 1998), resultado de la Conferencia Regional «La equidad de género en América Latina y el Caribe: desafíos desde las identidades masculinas» (Chile, 1998), que contó con figuras claves que han resonado por muchos años y expandido el campo de estudios; en la publicación, por ejemplo, aparecen las contribuciones de Teresa Valdés (Chile), José Olavarría (Chile), Mara Viveros (Colombia), Norma Fuller (Perú), Josep-Vicent Marqués (España), Robert W. Connell ([ahora Raewyn Connell] Australia), Michael S. Kimmel (Estados Unidos) y Matthew C. Gutmann (Estados Unidos).
El volumen Hombres e identidades de género: investigaciones desde América Latina (2001) trata sobre las configuraciones de los varones y las masculinidades en Chile, Colombia y Perú, tomando en cuenta cómo influye el contexto social, político e histórico específico, así como se intersecan las categorías clase social, etnia, edad e, incluso, regional. Sus autores, Mara Viveros, José Olavarría y Norma Fuller, cuentan con una amplia trayectoria en el estudio de las problemáticas sobre las masculinidades y los hombres y sus transformaciones en Latinoamérica, con énfasis en Colombia, Chile y Perú. Ellos, junto a Teresa Valdés, conformaron, por ejemplo, la red de investigación Les Hechiceres, iniciada en 1995 y cuyo nombre retoma el espíritu del libro Las, los, les (lis, lus). El sistema sexo/género y la mujer como sujeto de transformación social (1983), de María Jesús Izquierdo (ver «Introducción», Madrid, Valdés y Celedón 2020). Dicha red es un destacado caso germinal que nos invita a pensar en las redes intelectuales latinoamericanas que tienen en el centro del debate y de la investigación a las masculinidades del subcontinente. En la colección de ensayos Changing Men and Masculinities in Latin America (Gutmann 2003), se reúne a un buen número de especialistas sobresalientes en el campo de los estudios críticos de las masculinidades, provenientes de las Américas y España. Muchos de los ensayos proveen diversas aproximaciones teóricas y prácticas, incluyendo aspectos como lo local y los vínculos con lo global en el tema del género y las sexualidades en América Latina, así como la pregunta de cuáles son los elementos particulares acerca del género y las sexualidades en el subcontinente. Asimismo, es de señalar que los trabajos incluidos han sido poco conocidos en el ámbito anglosajón, ya que la mayoría han sido publicados en español y portugués. En la compilación Difícil ser hombre. Nuevas masculinidades latinoamericanas (Fuller 2018), se problematiza la llamada «crisis de la masculinidad» en varias áreas y niveles. Una pregunta central del libro es sobre el devenir de las masculinidades. La publicación Masculinidades en América Latina. Veinte años de estudios y políticas para la igualdad de género (Madrid, Valdés y Celedón 2020) tiene el objetivo de mostrar, reflexionar y discutir sobre los avances y desafíos teóricos, prácticos y metodológicos en materia de investigación sobre los hombres y las masculinidades en Latinoamérica, teniendo como punto de partida una de las primeras conferencias regionales en la materia (Santiago de Chile, 1998). En este sentido, la conferencia que se realizó veinte años después (2018) buscó congregar a los participantes de la primera e invitar a otros académicos y académicas que han dado continuidad y abierto nuevos horizontes.
La institucionalización, expansión y popularización de los estudios críticos de las masculinidades en América Latina ha permitido encaminar proyectos universitarios, programas y talleres, destinados a estudiantes, pero también a actores de la sociedad civil. En México, por ejemplo, se han creado proyectos como «Violencias de sexo/género en la universidad: masculinidades, prácticas subjetivas y punto de vista del estudiantado», a cargo de Mauricio Zabalgoitia (UNAM); VATOS! Masculinidades en colectivo, ideado por Erik Fabián Verdín Tello (Universidad Autónoma de Querétaro) o programas como «Reflexiones en Masculinidades para la Igualdad de Género» (Universidad de Colima). De igual forma, en el 2005, se fundó la primera Academia Mexicana de Estudios de Género de los Hombres A. C., contando entre sus fundadores a figuras prominentes como Guillermo Núñez Noriega (ver Academia). En Chile, para el caso, ha habido distintos proyectos de investigación financiados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) y la Fundación Ford.
De igual manera, se han publicado dossiers como el aparecido en Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista Latinoamericana (Universidad del Estado de Rio de Janeiro, 2016), con el título «Dos décadas de Estudios de Hombres y Masculinidades en América Latina: avances y desafíos», a cargo de Francisco Aguayo y Marcos Nascimento. En este se mapea las principales investigaciones sobre masculinidades a lo largo de veinte años y se determinan los desafíos e implicaciones de dicho campo. En «Masculinidades: campos críticos, procesos emancipatorios y reconfiguraciones de la hegemonía», editado por Rodrigo Parrini, Nicolás Celis, Claudia Calquín y Roberto Celedón y publicado en la revista de filosofía HYBRIS (Chile, 2021), se cuestiona la homogeneidad «teórica y descriptiva» (5) de los estudios de las masculinidades, ya que muchas veces se dejan de lado las tensiones, fisuras, fricciones y fugas de dicho campo. En la presentación de «Masculinidades y feminidades: estereotipos, estigmas e identidades colectivas (Latinoamérica en el siglo XX). Del arquetipo al estereotipo. Modelos generizados para normalizar sociedades modernas», publicado en la revista Historia y Sociedad, de la Universidad Nacional de Colombia, César Vallejo y Marisa Miranda, los editores, evidencian la necesidad de explorar en el rol de los estigmas y estereotipos en los Estados-Nación latinoamericanos en la conformación de las identidades de género, qué fue lo aceptado y perseguido, por qué y qué colectivos imponían estas normas sociales: «A comienzos del siglo XX estereotipos y estigmas fueron elementos fundamentales para afirmar identidades de género que definieron los límites entre masculinidades y feminidades “correctas” y un universo de la incorrección sujeto a diversos grades de punitivismo» (Vallejo y Miranda 9). El monográfico «Masculinidades en el Perú y América Latina», con Julio Villa-Palomino en la edición del número (revista Antropológica, Perú, 2022), ofrece una serie de artículos enfocados en interpelar las masculinidades, especialmente las peruanas, y el conjunto de relaciones de género que las moldean.
De igual modo, desde la década de los noventa, se han organizado congresos específicos. Por ejemplo, como anteriormente se mencionó, en 1998, en Chile, tuvo lugar la Primera Conferencia Regional «La equidad de género en América Latina y El Caribe: desafíos desde las identidades masculinas», fruto del intercambio liderado por Teresa Valdés, Mara Viveros y Norma Fuller, cuyo trabajo, como red, comenzó en 1995 con apoyo de la Fundación Ford (Chile) (ver Valdés y Olavarría). En estas constelaciones, se han conformado redes o colectivos de investigación como Masculinidades en América Latina–fricciones, fugas y fisuras, surgido en el 2020 y cuyo objetivo ha sido la exploración de «nuevas formas de diálogo e imaginaciones críticas en torno a los potenciales de desplazamientos y derroteros que se proyectan para los estudios de las masculinidades en Latinoamérica» (Escobar Cajamarca 172). La conformación de este tipo de espacios, algunos apoyados institucionalmente, ha permitido distintos intercambios (Norte-Sur, pero también Sur-Sur), y ha derivado, en muchos casos, en publicaciones colectivas, proyectos con incidencia social, mayor visibilidad de las temáticas y problemáticas afrontadas, ampliación de los horizontes teóricos, como, por ejemplo, criticar el acento de lo estudios de las masculinidades en el campo cisgénero.
En cambio, desde los estudios culturales o, más en específico, desde los estudios literarios, se han cultivado menos abordajes que problematicen las representaciones de las masculinidades, incluyendo el uso (a veces indiscriminado) de ciertos conceptos como, por ejemplo, masculinidad hegemónica. Aunque es de destacar publicaciones como Queer Masculinities in Latin American Cinema. Male Bodies and Narrative Representations, de Gustavo Subero (2014). En el campo de los estudios literarios propiamente, se puede mencionar Entre hombres. Masculinidades del siglo XIX en América Latina, editado por Ana Peluffo e Ignacio M. Sánchez Prado (2010); Hombre in/visibles. La representación de la masculinidad en la ficción latinoamericana, 1920-1980, de Mark Millington (2007); The Body as Capital. Masculinities in Contemporary Latin American Fiction, de Vinodh Venkatesh (2015); Transvestism, Masculinity, and Latin American Literature, de Ben. Sifuentes-Jáuregui (2002). También se pueden citar monográficos como «Literatura, masculinidades y diversidad sexual» (2018), preparado para la revista Anclajes de la Universidad Nacional de La Pampa (Argentina), con Jorge Luis Peralta como editor; «Masculinidades e intimidades literarias en México durante el siglo XX» (2022), editado por Jairo Antonio Hoyos y César Cañedo para Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica (Universidad del Atlántico y Universidad de Cartagena, Colombia). Dado el éxito de la convocatoria, el segundo volumen de dicho monográfico (2024) se amplió a América Latina. En el 2015, salió a la luz el dossier «Estudios sobre lo masculino y la masculinidad en el cine latinoamericano», preparado por Dorian Lugo Beltrán (Imagofagia. Revista de la Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual).
En México, se han publicado trabajos históricos como The Origins of Macho. Men and Masculinity in Colonial Mexico, de Sonya Lipsett-Rivera (2019). En el caso de Masculinity and Sexuality in Mexico, editado por Víctor M. Macías Gonzalez y Anne Rubenstein (2012), se combina la historia cultural y de género y la antropología. En lo que se ha llamado la antropología de la masculinidad, uno de los académicos más destacados es Matthew C. Gutmann, con publicaciones como The Meanings of Macho: Being a Man in Mexico City (2006). Para el caso del norte mexicano, se tiene Just Between Us. An Ethnography on Male Identity and Intimacy in Rural Communities of Northern Mexico, de Guillermo Núñez Noriega (2014), autor de varios trabajos relacionados a las configuraciones masculinas en el narcotráfico mexicano. En cuanto a la exploración de las identidades masculinas indígenas, se puede mencionar, por ejemplo, Hacerse hombres cabales. Masculinidades entre tojolabales (Martín de la Cruz López Moya, 2010). Libros colectivos que se han puesto como objetivo aportar teóricamente al entendimiento de qué significa ser hombre en un contexto como el mexicano, se puede mencionar Sucede que me canso de ser hombre... Relatos y reflexiones sobre hombres y masculinidades en México, coordinado por Ana Amuchástegui e Ivonne Szasz (2007); y Masculinidades en el México contemporáneo (2011), de Oscar M. Hernández Hernández, Arcadio A. García Cantú y Koryna I. Contreras Ocegueda como coordinadores. Sobre el análisis en torno a los vínculos violencia, deseo, poder, memoria, olvido, sobresale el libro de Rodrigo Parrini Falotopías. Indagaciones en la crueldad y el deseo (2016). En Narcocultura. Masculinidad precaria, violencia y espectáculo, de Ainhoa Vásquez Mejías (2024), se indaga en las imbricaciones entre crimen y precariedad y las masculinidades en el narcomundo para los casos de México y Chile. Más en concreto, en relación a los trabajos focalizados en las representaciones literarias de las masculinidades mexicanas del siglo XIX y XX, se tiene, por ejemplo, Mexican Masculinities, de Robert McKee Irwin (2003). O también Entre lo joto y lo macho. Masculinidades sexodiversas mexicanas (2019), que abre el panorama de los estudios críticos de las masculinidades, tradicionalmente centrados en el cisgénero.
Para el caso centroamericano, podemos mencionar las contribuciones de Sergio Coto-Rivel con ¿Valiente y viril? Masculinidades, cuerpo e identidad en la literatura costarricense (1888-1954) (2023); Mauricio Menjívar Ochoa con ¿Hacia masculinidades tránsfugas? Políticas públicas y experiencias de trabajo sobre masculinidad en Iberoamérica (2012), La masculinidad a debate (2010) y un corpus de artículos en revistas académicas, incluyendo Men and Masculinities; Rafael Lara Martínez con Masculinidades salvadoreñas = Cuerpo – Raza – Etnia ≠ (2017). Como investigaciones tempranas podemos citar el libro Masculinidad y violencia en la cultura política hondureña (1995), de Rocío Tábora; y, en 1994, Life is Hard. Machismo, Danger and the Intimacy of Power in Nicaragua, de Roger Lancaster. Resultado del Primer encuentro centroamericano acerca de masculinidades (Costa Rica, 2001), surge el volumen Masculinidades en Centro América (2002).
2. Sobre el presente dossier
En el artículo que abre el dossier Ainhoa Vásquez Mejías analiza la novela Higiene sexual del soltero de Enzo Maqueira como una crítica al concepto de «nuevas masculinidades». A través del personaje de Junior, se muestra cómo un hombre, aunque se considere deconstruido y aliado del feminismo, reproduce conductas machistas. De acuerdo con la autora, la novela evidencia que estas transformaciones suelen ser superficiales y estéticas, sin una ruptura real con la masculinidad hegemónica. Para ella, Junior es víctima del patriarcado, pero también se convierte en victimario. Su aprendizaje de la masculinidad se da mediante la violencia, la represión emocional y la presión homosocial. Aunque el personaje cree haber cambiado, sus actos muestran que el «salvaje» persiste dentro de él. Las mujeres a su alrededor son las que guían sus aparentes cambios, revelando su falta de agencia. El texto critica la autocomplacencia masculina disfrazada de evolución. Así, la novela pone en duda la autenticidad del discurso de las nuevas masculinidades y señala que, sin autocrítica y transformación estructural, no habría cambio verdadero.
Más adelante, en el artículo «Entre novelas y matones: las representaciones de la figura del sicario en el contexto literario colombiano», de Jorge Maldonado, se analizan, en un corpus de diez textos, las configuraciones del sicario en la literatura colombiana de las casi últimas cuatro décadas, iniciando con la novela El sicario, escrita por Mario Bahamón Dussán y publicada en 1988. Posteriormente, en 1991, aparecen dos novelas con el título Sicario, una corresponde a Rafael Botero y la otra a Alberto Vásquez-Figueroa (España). En el estudio se incluyen, además, Morir con papá (1997), Rosario Tijeras (1999), Sangre ajena (2004), El pelaito que no duró nada (2005), La virgen de los sicarios (2011), La cuadra (2016) y Era más grande el muerto (2017). Se demuestra que la figura del sicario dejó de ser marginal para asumir un rol central en la narrativa colombiana de finales del siglo XX y XXI; se encuentra que dicha figura representa una versión urbana y actualizada del bandolero rural. Dicho cambio de representación evidencia una transformación simbólica, empujada por distintos factores: el resquebrajamiento del Estado, el poder del narcotráfico en la vida nacional, la urbanización del conflicto armado y la desidia social frente al problema de la omnipresencia de la violencia. El corpus incluye relatos de memoria, ficción, testimonio y falso testimonio. La mayoría se localiza en ciudades como Medellín, Bogotá y Cali, evidenciando la predominancia de los espacios urbanos en dicha narrativa; de esta forma, se abona a la idea de que el sicariato sucede solo en las urbes; sin embargo, el autor considera que esto dista de la realidad, ya que dicha actividad criminal tiene presencia en todo el país.
De nuevo en la literatura colombiana, encontramos el artículo de Camilo Del Valle en el que se propone una lectura ecocrítica del poemario Del amor de Raúl Gómez Jattin, destacando cómo su obra subvierte la masculinidad tradicional del Caribe colombiano. La poesía de Jattin articula, de acuerdo con Del Valle, una crítica tanto al patriarcado como a la separación entre humano y naturaleza, desde una perspectiva pansexual y panteísta. A través del humor, la transgresión y el lenguaje coloquial, Jattin desarma los estereotipos de género, revelando una masculinidad compleja, afectiva y vulnerable. El autor analiza cómo su visión homoerótica y antinormativa pone en crisis el binarismo de género y de especie, desdibujando la frontera entre lo humano y lo no humano. El deseo, en su poesía, se presenta como una fuerza material, amoral y profundamente ecológica. La homofobia y la misoginia se muestran como partes de un mismo sistema opresivo. Su lírica explora el amor como experiencia metafísica que une erotismo, arte y ecología. Se revaloriza así lo marginal, lo animal y lo infantil como espacios de creación de nuevas éticas. En suma, el artículo defiende cómo la obra de Gómez Jattin redefine la masculinidad desde una estética del escándalo, el afecto y la ternura.
Valentín Finol, por otro lado, analiza cómo dos novelas latinoamericanas, Pájaro de mar por tierra (Chocrón) y Luna latina en Manhattan (Manrique), reproducen estructuras conservadoras en la representación de la homosexualidad. Para el autor, lejos de subvertir la masculinidad hegemónica, ambas obras consolidan un orden normativo donde la heterosexualidad y la virilidad permanecen intactas. A través de personajes divididos entre deseo homosexual y roles sociales dominantes, se evidencia una imposibilidad de construir subjetividades disidentes. La estética kitsch y camp, potencialmente subversiva, es reprimida en favor de una narrativa seria y moralizante. Según Finol, las novelas fallan en ofrecer alternativas éticas o relacionales al orden heteronormativo. El lenguaje y los códigos culturales se alinean con visiones racistas y clasistas, incluso dentro del humor. El artículo señala que estas obras refuerzan un punto de vista normativo blanco, masculino y burgués. De manera que la literatura gay, en estos casos, no logra generar nuevas formas de representación ni imaginar futuros posibles. Así, ambas novelas serían síntomas de una normatividad literaria aún vigente.
Por su parte, Cindy P. Herrera Estrada nos lleva a la literatura dominicana con el artículo «Del mito del trujillato a las tensiones de la masculinidad diaspórica dominicana en La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz», el cual, a partir del personaje Óscar, indaga en las tensiones de la construcción identitaria masculina dominicana del nerd del guetto. Esto pone en evidencia los conflictos de un cuerpo masculino que no puede seguir el ideal de un hombre dominicano heteronormativo (el tiger dominicano). En este personaje, para la autora, se logra detectar la complejidad de los vínculos entre la diáspora, la masculinidad dominicana y el legado de la dictadura de Trujillo.
Las contribuciones de María Teresa Laorden Albendea y Mauricio Menjívar Ochoa se enfocan en Centroamérica, aunque desde distintas disciplinas y temporalidades. El texto de Laorden se ubica en los estudios literarios y aborda un aspecto todavía poco explorado en la narrativa del multipremiado escritor Horacio Castellano Moya como es la llamada «crisis de la masculinidad hegemónica»; mientras que Menjívar Ochoa trata el tema de la división sexual del trabajo en la población afrodescendiente del Caribe costarricense en la primera mitad del siglo XX.
Laorden estudia las dos últimas novelas de Castellanos Moya: Moronga, publicada en el 2018, y El hombre amansado, de 2022. Para ello, la autora se concentra en la figura de Erasmo, personaje clave de la llamada saga de la familia Aragón, y analiza la posición de dicho personaje frente a ciertos mandatos de la masculinidad que se encuentran en crisis. El sujeto masculino, representado por Erasmo Aragón, pero también por otros personajes masculinos, se ve conflictuado en los nuevos contextos a los que llega. No puede asimilar los cambios sociales. Esto es debido, explica la autora, a las réplicas de la guerra, la violencia extrema padecida, el desarraigo y las transformaciones experimentadas. En la narrativa estudiada y en otras de Castellanos Moya, se puede observar el peso de la cultura patriarcal; por ejemplo, las figuras femeninas son vilipendiadas y codificadas a partir de la visión de la masculinidad hegemónica en crisis. Las figuras masculinas de esta narrativa ya no pueden cumplir las expectativas sociales en torno a la masculinidad hegemónica, es decir, ser proveedores, protectores y procreadores, por lo que tratan de mantenerse a flote a toda costa.
El dossier cierra con el trabajo del historiador costarricense Mauricio Menjívar Ochoa, quien analiza la división sexual del trabajo de la población afrodescendiente de Limón, provincia del Caribe de Costa Rica, en la primera mitad del siglo XX. El estudio tiene a su base dos grupos de entrevistas realizadas a hombres y mujeres afrocaribeños, analizadas partir del enfoque biográfico. El primero se refiere a las entrevistas a cargo de Paula Palmer (2000), las cuales están ubicadas en el Archivo Nacional de Costa Rica. El segundo grupo estuvo bajo la responsabilidad del autor del artículo; se entrevistaron a tres hombres afrodescendientes (octubre de 2006). El autor concluye que, en efecto, la división del trabajo tuvo una marca fuertemente sexuada entre los pobladores afrodescendientes del Caribe sur. Esta estuvo configurada con severidad, pero también había formas de propiciar fisuras.
